My name is Marta, I am 31 years old and I live in Fuerteventura (Canary Islands). I was born in Barcelona but I have Catalan, Andalusia and Belgium roots. I always think that I was born dancing, and if was not like this I start to dance since my memory remember.
Today from three years I teach and guide in yoga and meditation practices, healing process and mindfulness, tantra for women coaching, creator of women circles and professional dancer. My job is what is mean to be. I feel and believe that I am in the right path doing what I love to do and continue learning and sharing in this holistic world.
Around the age of four I use to be lost in between costumes, choreographies, scenes and high heel shoes. I use to dream on being an artist in my adult live, to dance, and be known, be beautiful with a long hair... In my family lineage somebody use to be an artist, at the end being an artist runs in the blood. In the times that I grew up (90’s) in Spain, become a dancer or an artist was not really supported or recognized, and even less at certain levels of social status. In my situation it was not an easy task.
At the age of eight I began to feel hip pain when walking. At the beginning it was from time to time, but soon became commonplace and practically unbearable. Day after day the distances I could walk became shorter and shorter. All this happened in a few months while we visited doctors, made different tests, but the seriousness of the situation increased by days. I couldn’t walk anymore and needed a lot of medication to cope with the pain. It was severe hip dysplasia, and the doctors thought it was incredible that I had endured this until then. The first surgery was at the beginning of Autumn. From there the little Marta died. The girl was gone, childhood ceased to be childhood.
Post operation period was very hard. Three month with a full body cast (plaster) and two metal pins piercing my buttocks supporting the reconstructed hip. The unique position that cast allowed me was to be stretched out.
When that hell passed another began. Infections, chronic pain, walking again with a supposed “roof that simulated a hip” which no one knew how long it would last. An accentuated pelvic rotation for the rest of my life due to the surgery and irreparable lordosis and scoliosis. And the doctor ‘s recommendation; not to dance again, no sports and probably a permanent limp once growth stopped. From the innocence of a nine year old girl, the only thing I knew was that I wanted to dance.
The years passed and a great strength to overcome and little emotional support accompanied me on the path I chose: pray to life, dream, discipline, perseverance faith in myself. I danced to professional levels, brushed physical limits and I felt scared. It was when I came on the age of 18 more or less when I entered even more on the spiritual path. Yoga and meditation crossed my path. Teachers, therapies and training accompanied me in the wonderful world of spiritual awakening. The dance was still in me but the physical demands that the competitive dance required, were left aside.
My hip was bad again and I had to prepare myself for a second surgery. This time what worried me the most was not being able to be a mother in the future due to my hip problem and surgeries. The second operation I remember as a spiritual journey of healing and growth. I got through that hip reconstruction without really living in the physical pain. It took me about two years to recover although the pain is still there from time to time reminding me. My life turned around and since then I dedicate myself to serve and share. I chose to live on an island and raise a beautiful family. Today I still believe that everything you manifest from the heart accompanied by faith, love, commitment and perseverance, life provides it to you. Well, we own our life and power lives in each one of us.
Mi nombre es Marta y tengo 31 años, vivo en Fuerteventura (Canarias). Nací en Barcelona soy Española con raíces catalanas, andaluzas y belgas. Creo que nací bailando, y si no fue así empecé a hacerlo desde donde mi memoria puede recordar.
Hoy desde hace tres años me dedico a acompañar y guiar en prácticas de yoga, meditación, procesos de sanación y mindfulness, facilitadora de tantra y círculos de mujeres y bailarina. Mi profesión es lo que me pertenece, siento y creo que es mi camino hacer lo que hago y seguir aprendiendo y compartiendo en este camino holístico.
Sobre la edad de 4 años ya me perdía entre disfraces, coreografías, escenarios y zapatos de tacón. Soñaba en ser artista, bailar, que me conocieran, ser bella y tener el pelo largo... En mi linaje familiar alguno que otro ya era artista o lo habían sido, eso al final se lleva en la sangre. En los tiempos que yo crecí (los 90) y en España ser bailarín o artista no estaba muy apoyado ni reconocido y menos a nivel social “estatus” dependiendo del entorno familiar en el que crecías, en mi caso no era fácil.
A la edad de 8 años empecé a sentir dolores de cadera al andar. Al principio era de vez en cuando, pero no tardó en ser algo habitual y hacerse prácticamente insoportable. Día tras día las distancias que podía hacer andando se hacían mas y mas cortas. Todo esto pasó en pocos meses mientras visitábamos médicos y hacíamos pruebas, pero la gravedad de la situación incrementaba por días. Ya no podía andar y necesitaba mucha medicación para soportar el dolor. Era una displasia de cadera severa a los médicos les parecía alucinante que hubiera aguantado hasta entonces así. La primera operación llegó al empezar el Otoño. Desde allí la pequeña niña murió. La infancia dejó de ser infancia.
El post operatorio fue durísimo; tres meses con un yeso de cuerpo entero y dos clavos metálicos perforando mi glúteo sosteniendo mi cadera reconstruida. La única postura que ese yeso me permitía era estar estirada.
Cuando ese infierno pasó, empezó otro. Infecciones, dolor crónico, volver a andar con un supuesto “techo que simulaba una cadera” el cual nadie sabía cuanto tiempo duraría. Una rotación pélvica acentuada de por vida debido a la cirugía y una lordosis y escoliosis irreparable. Y la recomendación de los médicos de no volver a bailar, escaso o nada de deporte y probablemente cojera permanente una vez parase el crecimiento. Desde la inocencia de una niña de nueve años lo único que sabía yo era que quería bailar.
Los años pasaban y una gran fuerza de superación y poco apoyo emocional me acompañaba en el camino que escogí: rezar a la vida, soñar, disciplina, constancia, fe en mí. Bailé hasta niveles profesionales, rocé los limites físicos y tuve miedo. Fue en la mayoría de edad mas o menos cuando me adentré todavía mas en el camino espiritual. El yoga y la meditación cruzaron mi camino. Maestros, terapias y formaciones me acompañaban en el maravilloso mundo del despertar espiritual. La danza seguía en mí pero las exigencias físicas que requería la danza de competición, quedaron a un lado.
Mi cadera volvía a estar mal y tenía que prepararme para una segunda operación. Esta vez lo que mas me preocupaba era no poder ser mamá en un futuro debido a mi problema y operaciones. La segunda cirugía la recuerdo como un viaje espiritual de sanación y crecimiento. Conseguí pasar por esa reconstrucción de cadera sin vivir realmente en el dolor físico. Tarde unos dos años en recuperarme aunque el dolor sigue allí de vez en cuando recordándome. Mi vida dio un vuelco y desde entonces me dedico a servir y compartir. Escogí vivir en una isla y crear una preciosa familia. Hoy sigo creyendo que todo lo que manifiestas desde el corazón acompañado de la fe, amor, compromiso y constancia, la vida te lo provee. Pues somos dueños de nuestra vida y el poder vive en cada uno de nosotros…